Combina movimientos del tango con pasodoble y milonga. Nadie sabe con certeza como nació, pero hoy está más despierta que nunca en clubes de barrio, salones, academias y boliches alejados del centro de la ciudad. Quiénes son sus referentes. Un mundo fascinante y misterioso.
Cruzados por la Cumbia Rosario es una academia que enseña a bailar en el Club Fortín Victoria.
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Que sabemos de la Cumbia Cruzada?
Rosario es madre de una danza que no se repite en otras partes del país. Uno de sus tantos misterios...
La cumbia cruzada es hija directa de la marginalidad en la vieja noche rosarina donde se conjugaron historias de las más variadas en boliches ásperos con cafiolos que mostraban su hombría a través del baile. La cumbia cruzada, baile de naturaleza incierta, poco transitado por las capas más pudientes de la sociedad.
A lo largo de su existencia fue cambiando y adaptándose a las necesidades de cada momento. Hoy vive un resurgimiento en las academias de danza de los barrios y se gana el corazón de gran cantidad de adeptos, pero sin desembarcar en el centro.
Los proxenetas de principios de los sesenta —que anclaban en las whisquerías— cuidaban de las prostitutas y expresaban esta danza como síntoma de poder. Demostraban pertenencia bailando cumbia cruzada para diferenciarse de los demás.
Eran espacios de valentía inminente, muy poco accesibles.
Otra teoría narra que el nacimiento de esta forma de expresión se debió a que el tango estaba en retirada y los ritmos tropicales empezaban a ganar espacio con el boom de los Wawancó.
Si bien la cumbia traspasó todas las clases sociales a lo largo del tiempo, la cumbia cruzada todavía se sostiene en espacios específicos como cantinas y academias amateurs y con profesores "no profesionales".
Mundo de silencios y pocas certezas donde lo espontáneo —y lo que no se muestra— marca su identidad.
Saber quién fue el que dio por primera vez esos pasos combinados de tango, pasodoble y milonga —que después se llamaría cumbia cruzada— es un enigma.
Seguramente no fue uno solo, y el arte de mirar y repetir hizo que esta forma de bailar atravesara las barreras del tiempo, las generaciones, y se quedara en el corazón de muchos rosarinos.
Primero se llamó punta y taco —antes de denominarse cumbia cruzada—, después la gente decía "vamos a bailar cruzados", lo que fue dándole un nombre al estilo. Pero lo de cruzado no es por los movimientos sino por los diferentes pasos que se incorporan de otras danzas. Básico, sacada, vuelta americana, ganchos contra vuelta americana o segunda vuelta americana, ocho, caminata, giro, balanceo y el uno son sus pasos principales.
El hombre se enfrenta a la mujer y adelanta la pierna izquierda y la mujer lleva hacia atrás la derecha con la rodilla en contacto. En el medio de la sacada se enfrenta la mujer con el hombre, y se afirma a la mujer con los brazos. Se flexionan las piernas, en contacto rodilla con rodilla. De esa manera, con las rodillas, se van moviendo hacia los laterales los pies. Sin embargo, cada academia tiene versiones distintas de pasos y de cómo hacer, por ejemplo, los ganchos.
Después de cincuenta años de vida, su enseñanza y práctica no llegó al centro rosarino como sí lo hicieron la salsa o el tango, que ocupan las carteleras de bares y academias y que también se enseñan en los clubes de barrio.
En la ciudad existen más de cuarenta academias de cumbia cruzada que movilizan un promedio de cincuenta bailarines por clase. También hay un circuito de eventos donde participan tanto los bailarines como gran cantidad de público —sobre todo familias— que disfrutan con verlos.
Sergio Boyé llegó a Rosario desde el interior de la provincia cuando era adolescente. Trabajó como cadete de farmacia, después puso una pequeña agencia de autos con dos amigos. Su relación con Carlos D'Amico, ya involucrado en el mundo de las discos, lo acercó Omar Batistelli y Mariano Príncipe, emblemáticos bolicheros. Con ellos en 19991 abrió Década, una marca registrada en la ciudad. Después de algunos vaivenes Década tuvo que cerrar. El boliche reabrió sus puertas en el Patio de la Madera en el 2000, lo que dejó un espacio libre en calle Caferatta donde había funcionado por largo tiempo. Así nació El Palacio con la idea de recrear los bailes de pueblo, y destinado a un público de gente más grande. "Lo pensé para los que gustaban de la danza, del baile. Como hay otros que los fines de semana salen a caminar o hacer deportes también hay gente que es apasionada por bailar", asegura Boyé. "Soy un admirador del baile, me divierte mucho ver a la gente moverse, ¡me asombra ver a las parejas!", agrega el empresario.
El concurso
En un principio tenía que ser baile de salón y las categorías eran tango, salsa y cumbia. "Convoqué gente idónea en organización. Un jurado porque había alguno de los que bailaban que conocían muy bien la técnica", recuerda Boyé. El concurso se hacía una hora antes del comienzo del boliche, la gente entraba y veía el espectáculo. "Fue toda una historia reunirlos; y en un comienzo venían desconfiados", comenta.
Lo que se propuso fue baile de salón —no de fantasía—, es decir, clásico, al piso, sin estridencias. No había que perder el abrazo, una de las cosas que se juzgaba, al igual que cómo se conectaba esa pareja con la danza. No era solo el baile. Se exigió una manera de vestir: los varones con traje y las mujeres de noche con zapatos de baile.
Se hicieron en total tres torneos, uno en 2004 y los restantes en 2006 y 2007. Del casting de preselección participaron más de 200 parejas en las tres categorías. Las seleccionadas fueron 20 por categoría y el premio fue dinero en efectivo. Los que se mueven en el ambiente de la cumbia dicen que este concurso generó un cambio radical en el manejo de las academias, las que vieron la necesidad de tener sus propios vestuarios y de darle más estilo y elegancia a los bailarines.
A vos te conozco
Luis Demartini comenzó en el rubro gastronómico en 1972 con un restaurante sobre avenida Pellegrini. En 1980 compró su actual negocio, La Cautiva, y los sábados propuso hacer bailes. "A medida que pasaba el tiempo mis clientes de restaurante me felicitaban por haber incorporado el baile además de la cena". Todo esto se daba —y sigue hasta hoy— con orquesta en vivo. Demartini recuerda que en aquellos años brillaban Los de Boyacá y La Sonora Colombiana (la banda estable de la cantina). También sonaban el tango y otros estilos musicales.
Según Demartini, en los comienzos, la cumbia se tocaba y se bailaba en el suburbio de Rosario, en cambio, los clubes céntricos traían artistas de Buenos Aires como los del Club del Clan.
"Recuerdo lugares donde se bailaba cumbia como El Cosmopolita en la zona oeste, La Vaca Echada en barrio Bella Vista, Fortín Falucho; también los domingos a la tarde en las casas de familia se organizaban bailes".
"El que dice que es profesor de cumbia cruzada miente, no hay ninguna facultad ni instituto que lo acredite, cada uno tiene sus pasos y forma de bailar, son buenos bailarines que inventan sus pasos", aclara. Hace unos diez años, en La Cautiva, los martes y viernes había clases de cumbia cruzada, lo que generó un semillero de bailarines que armaron sus propios grupos. "Hay un montón de academias; ahora hacemos la fiesta de las academias de cumbia cruzada acá y vienen más de mil personas. Cada academia trae su ballet y presenta lo que hizo en el año", relata Demartini.
Con respecto al mundo de los bailarines opina: "Acá compiten —pero no se dicen nada y no se hablan, ni nada por el estilo—; cada uno quiere demostrar lo que sabe bailar".