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Foto del escritorNo a Monsanto en Argentina

Quiero estar con él aunque no deje su esposa



“Soy consciente de que nunca va separarse definitivamente de su esposa”


Estas situaciones, que narran, soy muy ordinarias. Paso por lo mismo, no soy tan joven, como ustedes, soy madre soltera de 48 años, preparada con estudios de posgrado, independiente y autosuficiente. De joven, me enamoré, perdidamente, y se alejó para casarse. Como muy joven mujer, yo me quería morir. Me deprimí, fue terrible.


Al cabo de diez años superé a medias este dolor. Luego conocí al padre de mis hijos. Lo amaba, no suficiente, rompimos y casi nunca lo volví a ver. Mi vida transcurrió normalmente entre las necesidades de mis hijos y sus prioridades. Mi trabajo me absorbía completamente y hacía mucho tiempo que se me había olvidado el amor, verme a sí misma. Aparte que me descuidé mucho subí exageradamente de peso, no me arreglaba, me veía gorda y fondona. Pero la autoestima y orgullo me hicieron voltear a verme, bajé de peso, me compré ropa, me arreglé el pelo y me transformé en una mujer guapa arreglada, por lo menos de vez en cuando.


Mi hermana me sugirió inscribirme en una las páginas para encontrar parejas. Conocí a varios hombres, unos sinceros y otros no tanto, vivales. Me aburrían tantas zalamerías y me retiré de esta página. Luego me inscribí a una más novedosa y con hombres de mi ciudad natal. Me llegaron varias solicitudes y un día aburrido, sin querer, en automático, pulsé el enter y apareció ese hombre que en su perfil mencionaba su edad, de 56 años, separado y buscaba novia. Ni interés le di. Al rato ya quería que charláramos. Lo hice. Me pareció agradable, pero no era el tipo de hombre que me atrajera.


Pasaron 15 días y yo no sabía nada el. Me pareció normal y un día me manda un mensaje por teléfono y amablemente le contesté y ahí empezó mi historia con él. Estuvimos comunicándonos un mes por chat y me gustaba su manera de ser. Al mes contactamos. Nuestra primera cita. Me arreglé exageradamente, muy sensual. Nos vimos y, sorpresa, era muy diferente que su fotografía de perfil: Más delgado, elegante y guapo… y superatento. Nos pusimos súper nerviosos, rompimos el hielo y fue una de las mejores noches románticas de mi vida y mejor fue en mi casa. Llovía a cántaros, nunca olvido esa noche, ni él tampoco y así comenzó nuestra relación amorosa.


Todos los días a partir de este encuentro, todos los primeros meses mandaba mensajes, todo el día, sobre todo en la madrugada, me hablaba y me cambiaba el día, la actitud, hasta mejoro mi carácter, la forma de ver la vida. Era intensamente feliz.

Un día, por azares del destino, lo encuentro en otra página social en la que interactuaba con muchas mujeres. Sufrí mucho, me desilusionó, lo enfrenté y el decidió por un tiempo alejarse de esa página. Seguimos nuestra hermosa relación. Lo veo una vez a la semana, según pueda el o yo.


Él me dijo que nunca iba a regresar con su esposa, que tenía serios problemas. Yo era su amor, su bonita, todo.

Pero un día, por azares del destino, me lo encuentro en un templo con ella. Me quería morir, me volvió a desencantar, traté de separarme y alejarme de él, pero me convenció y seguimos juntos. Yo lo amo intensamente y creo que él también. Yo nunca le hablo cuando sé que esta en su hogar con sus hijos que ya son mayores y es abuelo. Tengo temor que su esposa se de cuenta y surja algún problema. He soportado todo y que tenga amigas en otras redes sociales. Ya he intentado cinco veces terminar con el y él me convence, me habla bonito y me lo demuestra. Cada encuentro es único y no sólo es sexo, es química, amor, cariño, coincidencias de muchos amigos en común y no nos conocíamos.


Lo amo, con todo, y soy consciente de que nunca va separarse definitivamente de su esposa y además nunca se lo he pedido. No quiere decir que desearía compartir mi vida con él. Yo soy ocho años más joven que él. Sé que estoy dejando pasar años de mi vida y encontrar un hombre libre y que además hay dos o tres que me rondan, pero yo no quiero absolutamente a nadie, más que a este hombre que amo. Estoy dispuesta a seguir hasta que ya no tenga límites. Le he escrito más de 40 cartas.


Él es mi felicidad, me da tranquilidad, equilibrio, amor, lo quiero tanto. Y así voy a seguir, no soy del todo feliz. Me entristece no compartir las fechas más importantes con él, no salir en público, y mil detalles más, pero así lo conocí y así es mi vida.

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