Argentina se quedó con la Finalissima tras bailar a Italia con un encantador Messi y un incisivo Di María en un Wembley teñido albiceleste. La Scaloneta estiró el invicto a 32 partidos.
Angel Di María acaba de convertirel segundo gol argentino y Lionel Messi es el primero en saludarlo.El fútbol rosarino en su máxima expresión en Wembley.
Ofreció un show al estilo y nivel de Wembley. Lo de Argentina fue balsámico. Borró a Italia de la cancha con una simpleza brutal. La Scaloneta derrotó 3 a 0 a la azzurra y se quedó con la Copa de la Finalissima. Un nuevo título para Messi y compañía, mientras todo el pueblo argentino mira con más ilusión el Mundial de Qatar. El representativo nacional dejó su huella indeleble en suelo inglés en una noche perfecta. Donde Leo dio un concierto estupendo y el otro rosarino más famoso de la modernidad: Angel Di María, lo escoltó de manera contundente. El plus es que la albiceleste estiró el invicto a 32 partidos siendo la racha más larga de su historia.
Dejó de rodillas al campeón de Europa. Dio cátedra en la catedral del fútbol. En un estadio donde la historia del rock también escribió sus páginas más doradas. Lo de Argentina fue impresionante. Arrasó en esta final reservada para los campeones de los dos continentes más representativos de esta disciplina.
La Scaloneta no para de crecer. Ratifica un andar firme. Con líneas amalgamadas, independientemente de los nombres que entren en acción. Fue categórico. Ridiculizó prácticamente a una Italia desorientada. Mantuvo un andar y regularidad sincronizada a lo largo de toda la contienda. Se impuso con autoridad en una atractiva cita. Hizo todo sencillo. Con un Leo Messi on fire. Inspirado hasta la médula. El mismo crack a que a los 27’ se lo llevó arrastrando a Di Lorenzo y sacó un centro limpio que Lautaro Martínez capitalizó. La alegría comenzó a ser inmensa desde el gol del Toro. Aunque un minuto antes del tanto del punta de Inter, el arquero Gianluigi Donnarumma le ahogó el grito sagrado al 10.
Todo era albiceleste. Los italianos miraban la pelota sin poder acceder porque el pulpo De Paul los tenía a todos los tanos al trote con un prolijo ladero en materia de contención como Guido Rodríguez. Mientras que “los tres chiflados” rosarinos hacían reír e ilusionar a toda alma que seguía atentamente el partido. El tridente compuesto por los canallas Lo Celso y Di María, y por el leproso Messi estaban intratables. No había manera de dominarlos. Hacían todo bien.
A tal punto que antes de ir al vestuario le ofrecieron al gran pueblo argentino una nueva alegría. Dibu Martínez sacó fuerte y alto desde el arco. El Toro Martínez recibió la bocha. La aguantó con toda su fuerza natural. Con una maniobra simple se sacó de encima a Bonucci y asistió a Fideo, quien definió con clase y elegancia con su pie izquierdo ante el intento de cierre de Donnarumma. 2 a 0 y a festejar tranquilos en el descanso.
Mientras que el complemento fue un monólogo criollo. No hubo manera de frenar a Messi. Tampoco a Di María. Todos corrían. Todos ponían. Todos querían más. Todos estaban enchufados y deseando seguir haciendo historia al andar. De hecho, tuvo una ráfaga de diez minutos a puro fútbol.
Tal es así que el arquero italiano tuvo que andar a los revolcones. Veía solo camisetas albicelestes. Sin embargo, Gigi Donnarumma se las ingenió para privar a Di María a los 59’. A los 61’ se estiró como elástico para desactivar un bochazo de Fideo tras un córner de Leo. Dos minutos después Gio Lo Celso se comió solito y con el arco libre el 3 a 0. A esta altura, era baile argentino.
En tanto, Messi casi queda inmortalizado como Freddy Mercury cuando subió al escenario el 13 de julio de 1985 en el Live Aid (fueron dos conciertos en simultáneo, el otro fue en el John F. Kennedy Stadium de Filadelfia para recaudar fondos a beneficio de Etiopía y Somalia). El rosarino más famoso de la modernidad robó a los 65’ una pelota en campo argentino y emprendió una carrera a toda marcha arrastrando todo lo que veía a su camino. Cuando vio cerca el arco azzurro lanzó un remate, pero otra vez se interpuso en la alegría nacional Donnarumma. Unos minutos después, otra vez Leo se quedó con las ganas.
Messi buscó su gol. No lo encontró, pese a que hizo todo como hacer delirar al estadio con su tanto. Parecía que el partido terminaba ahí. Aunque hubo tiempo para un gol más. El ingresado Paulo Dybala pescó una pelota y decretó a los 94’ el 3 a 0, no solo representó alzar la Copa de a Finalissima entre los campeones de América y de Europa. También significó estirar la racha invicta a 32 presentaciones, siendo la más larga de su historia superando los 31 conseguidos entre 1991 y 1993 bajo la batuta del Coco Basile. Aunque hay otro dato que sobresale. Y es que el camino hacia el Mundial de Qatar se hace cada vez más esperanzador.
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