No hay adjetivos calificativos para describir el sensacional rendimiento de Rodrigo De Paul en la final ante Brasil, dejó todo lo que tenía en los 90 minutos no aptos para cardíacos y fue el símbolo del esfuerzo de toda una selección para volver a gritar CAMPEÓN.
No hay adjetivos calificativos para describir el sensacional rendimiento de Rodrigo De Paul en la final ante Brasil, dejó todo lo que tenía en los 90 minutos no aptos para cardíacos y fue el símbolo del esfuerzo de toda una selección para volver a gritar CAMPEÓN.
Fue impresionante el despliegue del volante nacional, apareció por todos los sectores del campo, con fiereza a la hora del quite y claridad cuando tenía que distribuir o tenerla para que pase el tiempo.
El aporte del futbolista de Sarandí fue fundamental para un equipo que se entregó por completo para alcanzar el objetivo, su manera de jugar contagió al resto y tuvo un protagonismo muy pocas veces visto en los últimos tiempo de la selección.
De Paul luchó, batalló una y otra vez, se enfrentó a Neyma Jr. para detener su andar, fue una motor para el team de Scaloni, tuvo un despliegue físico notable para auxiliar a todos sus compañeros en el momento más complicado.
Sin dudas, la actuación de Rodrigo De Paul en el Maracaná va a quedar en la historia del fútbol argentino, dejó grabado a fuego su nombre en este título tan buscado y que tal vez, tras 28 años de sequía, se necesita este tipo de entrega para ganar una final.
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