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Foto del escritorCharles Gutierré

Di María, el Ángel de la gloria

Fideo Di María anotó un tremendo golazo en el triunfo ante Brasil. Tantas veces resistido, el excanalla puso su sello en la final.

Toque de magia. Angelito Di María se llena el pie de gol, luego de un primer control exquisito. El exCentral fue la figura.

El zurdo rosarino fue el dueño del toque sutil, que valió un título para el seleccionado argentino después de 28 años. Un viejo luchador de la vieja camada que logró sacarse la espina. No, la referencia no es para Lionel Messi (alma, estandarte y figura de la selección), sino para Angel Di María. Corrida profunda, toque excelso, definición exquisita.


Todo eso Fideo en ese instante con el que el equipo de Scaloni empezó a encaminar la consagración en el mismísimo Maracaná. Tremenda participación del excanalla para lucimiento propio, para alegría de una Argentina que se había acostumbrado a perder finales y, porqué no, para tapar muchísimas bocas criticonas que muchas veces lo castigaron. Di María, el autor del gol del triunfo, del desahogo, del título.


Hace 13 años Argentina ganó el oro Olímpico, en Beijing, también con Messi en el equipo, en un ajustado 1-0 ante Nigeria. Aquel 23 de agosto de 2008 Fideo corrió más de 30 metros y la picó. Casi un calco de lo que ocurrió anoche en Brasil, cuando vio el hueco y picó al vacío.


Iban apenas 21 minutos cuando De Paul metió ese pelotazo larguísimo, desde atrás del círculo central, para que Di María hiciera de las suyas. ¿Qué hizo Fideo? Creyó que llegaba, agredió la espalda de Renan Lodi y fue, decidido. Primer movimiento: control y prácticamente autopase; segundo: el empeine zurdo para tocar por arriba del arquero Ederson, que quedó desairado.

Protagonista de varias finales perdidas y cargando ese karma, Di María inscribió su nombre a fuego en la historia del fútbol argentino. Porque cuando se recuerde que Argentina volvió a ganar una Copa América después de 28 años, que lo hizo 1-0 y se pregunte quién marcó el tanto del triunfo, la respuesta será una sola: Di María.

“Angel de mi vidaaa” tuiteó de inmediato Javier Mascherano, un compinche de tantos años. Fue el mensaje que simbolizó el sentir se otros miles o millones, que se enfundaron en burlas y críticas. Pero Di María jamás dejó de pelearla. Su buen partido en la semi ante Colombia hizo que Scaloni lo mandara a la cancha desde el arranque. Un pleno.

Tuvo otras jugadas de gran intervención, como ese remate que se estrelló en las piernas de Thiago Silva o el susto que generó cuando pareció lesionarse feo, pero fue sólo un susto.


La vigencia de Angelito quedó demostrada en la final en el Marcaná, la jerarquía ni hablar. A sus 33 años y luego de mil batallas con la selección se dio el gusto. Hace 13 años Di María corrió, definió y fue oro olímpico. Esta vez corrió, definió y de la zurda de ese rosarino llegó el Argentina campeón.



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