Mientras silenciosamente me hallaba
en el éxtasis profundo de mi estudio nocturno,
acompañado de tic-tac acompasado del momento producido por el reloj,
sentí un enorme vacío que inundaba mi alma,
el cual, solo se llenaba al pensar en ti,
y casi parecía vagabundo de tu amor.
Exclamé un suspiro,
y declinando la mirada sentí un gran silencio que me aturdía,
sus notas transitaban apacibles por la estancia,
que impregnaban con su fragancia
todo lo que tocaban.
Frente a un espejo aprecié la profundidad de la noche
y sólo mis pensamientos cargados de ti
me acompañaron a la cama.
Todo lo que veía lo escuchaba,
no sabía o mejor aún no comprendía esa dimensión tan grande
que podría significar poder tener tu amor
y brotaban, entonces, dentro de mí,
pequeñas manifestaciones de melancolías casi imperceptibles.
No me resignaba a encadenar
en los rincones más oscuros de mi cerebro y mi corazón,
tu bello rostro, tus bellas palabras, tus bellas manos, tus bellos ojos
en fin porque todo de tí me parecía bello.
Solo anhelo algo que tranquilice mi lamento,
algo que devuelva la felicidad a mi alma,
algo que rompa con esta horrible calma,
algo que apague las llamas de mi corazón,
y ese algo sólo puedes ser TU.
Sin que tú me lo pidieras,
sin que tú me lo mencionaras,
yo quisiera cambiar mis poemas por tus manos,
cambiaría estos renglones completos de soledad por palabras,
sólo por la forma como me mirarías
me quedaría callado todos los días.
A cambio de tu risa,
yo entregaría mis noches de luna llena
que son todo lo que tengo,
por un ¡TE AMO!.
Y quisiera poder gritar al mundo
que un poema es la mayor expresión de la humanidad,
porque ¡TE AMO!,
y sólo tú harás que todas mis ilusiones,
pensamientos y esperanzas sean una realidad.
Vladimir Gutierré
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