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Foto del escritorNo a Monsanto en Argentina

LA LÁGRIMA


Clarisa Ponce. Campo Gallo Santiago del Estero

Enjuga, enjuga esa preciosa perla

que para herir cristalizó el amor:

ella deslumbra el corazón que al verla

hierve de nuevo en criminal ardor.


No venga, no, de tus hermosos ojos

astros de vida el brillo a oscurecer;

no venga infausta a presagiar enojos,

ni amortiguar tu bello rosicler.


Chispa divina del sagrado fuego

que infundió a tu alma celestial piedad

ella es, y deja al desdichado ciego

que vaga envuelto en triste oscuridad.


¿Por qué llorar? De las pasiones fieras

tú no has sentido el devorante ardor;

siempre te halagan auras lisonjeras,

nunca te asalta el frígido escozor.


¿Por qué llorar? Un misterioso velo

te encubre aún arcanos del vivir;

tu alma es más pura que la luz del cielo,

todo a tu anhelo miras sonreír.


¿Por qué llorar? Impresa en la memoria

no llevas, no, la sombra del pesar;

gozas de un ángel la inefable gloria,

tu sueño guarda un ángel tutelar.


Mas ¡ay! que veo tu pupila ardiente

toda anegada en lloro virginal;

mas ¡ay! que asoma en tu lozana frente

del infortunio el precursor fatal.


Dale a mi mano el enjugar tus ojos;

mas ¡ah! que vierten fuego abrasador:

y yo insensato, para más enojos,

ni llorar puedo ni sentir amor.


Esteban Echeverría

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