Yo subiré al amparo de tus labios
entre nubes de acero desgarradas
y trenzarán al fin mis dedos sabios
las olas de tu aliento desatadas.
Yo llevaré a tu puerta mi astrolabio
y mi esfera armilar y mis andadas.
Y llegaré sin dudas ni resabios,
sin historia y sin huellas, y sin nada.
Y dormiré al cobijo de tus besos.
Y a la luz tersa de la amanecida
carne y carne serán glorioso cepo.
Monumento de amor serán los huesos.
Árbol sin fin los enlazados cuerpos
con su savia de sangre estremecida.
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