Historia pura para el Patrón: eliminó al Xeneize por penales y definirá la Copa Argentina ante Talleres. Descendido, irá por su primer título y por el pase a la Libertadores. 27/10/2022 0:10hs.
El Año Perfecto que imaginó Boca después de la consagración del domingo quedó en eso, en un sueño fugaz. El equipo terminó pagando caro el sprint final, evidentemente llegó en jirones y, ahí sí que puede haber algún reproche por hacer: no le funcionó el recambio. Los consagrados, los probados, los pibes y no mucho más. En tal caso, por algo hay jugadores titulares, otros suplentes confiables, y los hay de relleno. Por algo Villa jugó como jugó este miércoles (más allá del penal fallado en la definición), generando por sí solo casi todas las chances de gol de Boca, y por algo a Roncaglia la pelota le pasó por debajo de la suela en la jugada del gol de Estigarribia. Por algo Payero, aún jugando un partido flojo, tuvo ese tiro libre que Altamirano sacó del ángulo, y por algo, también, a Orsini la pelota le pasa como si estuviera en otro sistema planetario.
Fue un partido parejo, en gran parte por el hándicap que entregó Boca al sentar a los 11 titulares del domingo, Rossi incluido, por agotamiento mental y físico. Por algo Ibarra no metió a ninguno hasta bien entrado el segundo tiempo. La diferencia eran los chispazos creativos de Villa, un jugador sin equivalencias con los 21 restantes y por amplio margen. Si no la agarraba el colombiano, era un trámite de dominios alternados, con los dos equipos jugando a lo mismo, sin fútbol en el medio y con la premisa de explotar algún pelotazo al área. Patronato, jugando con fuego en su audacia, se expuso abiertamente más de una vez, con dos chances claritas de Focus, la primera que le sacó el arquero, la segunda que se le fue cerca luego de que aprovechara que el equipo de Sava defendía con línea de uno...
Y así como pudo ser de Boca, empezó siendo de Patronato, que sin haber generado situaciones, manejaba con criterio la pelota y así aprovechó un pelotazo que se deslizó por debajo de la suela de Roncaglia y dejó solo a Estigarribia, que así puso el 1-0. El partido fue lo que fue: un sinfín de intentos de un Boca impotente y apurado, que sin embargo estuvo varias veces coqueteando con el empate. Cuando no le quedó más remedio, Ibarra recurrió a la caballería: Morales (por Orsini, inexistente presencia en San Juan), Langoni (por Briasco, de idéntico aporte) y Romero (por el inconexo Payero).
Por suerte para Boca, fue Villa al rescate: le hicieron el penal y él mismo lo convirtió. Con jugadores más probados y en ritmo, el final fue todo azul y amarillo, con un Patronato que dejó la piel (y alguna pierna de más, no por nada siete jugadores vieron la amarilla y Ojeda debió ver la roja) para defender el empate. Igual, el resultado siguió con su coqueteo: pudo ser de Giani de cabeza, y de Óscar en la jugada siguiente. La noche que no era de nadie, era lógico que se definiera en los penales.
Y ahí, Patronato estuvo más sereno a la hora de patear. Se asustó un poco cuando tuvo la chance de ponerse dos penales arriba, y Giani se lo tiró a Javi García. El enorme Altamirano (figura ya en los 90) hizo la diferencia para un equipo que se fue de Primera por lo que hicieron los anteriores, que la luchó y que hora tiene la chance histórica de salir campeón y de jugar la Libertadores. A quién le importa el descenso.
Para Boca, el año no terminó. Esta decepción no le quita mérito al 2022 que tuvo. Aunque le fallara, mal, el Plan B.
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